Hace algún tiempo, cenando en Rabat con un músico (uno de esos pequeños e inesperados regalos que a veces te hace la vida), un magnífico profesional cuyo nombre no recuerdo, que además acompañaba habitualmente en sus giras a Paco de Lucía, me contó la anécdota que reproduzco a continuación:
"Un día se presentó en mi estudio un muchacho (doy algunas clases para redondear los ingresos) y me dijo: –Vengo a que me enseñe a tocar jazz al piano.
Yo me quedé un poco sorprendido de su convicción, y le pregunté tímidamente: – Pero... ¿tú sabes tocar el piano, no?.
A lo que él respondió sin dudar: –¡Sí, claro!
Le pedí que se sentara al piano que teníamos delante y tocara lo que quisiera. Lo hizo y...¡ay! Aquello era horroroso, no tenía ni idea.
–Pero yo creo que tú...
Me cortó sin dejarme terminar la frase: –Bueno, verá, es que yo realmente he aprendido a tocar clásico, por eso no sé improvisar y quiero que me enseñe a improvisar.
–Ya –le dije–, entonces... ¿con partitura sí sabes tocar? Espera un momento.
Entré a buscar una partitura de una de las piezas clásicas más sencillas, de las que se usan siempre en el conservatorio cuando se está empezando, y se la di. Cuando intentó ejecutar aquella partitura el resultado fue aún peor, ¡aquello era imposible! Me armé de valor, le puse una mano en el hombro y le dije: –Mira muchacho, antes de querer aprender a interpretar jazz, o cualquier otra cosa, tú lo que tienes que hacer es aprender a tocar el piano."
¡Cuántas veces he pensado en esta anécdota, pero aplicada a la fotografía!
En realidad, el pianista me la contó a raíz de una intervención de otro de los comensales, que en "honor" a mi presencia allí, hizo toda una disertación –con esa seguridad que sólo otorga la ignorancia– acerca de la gran ventaja que supone el que ahora todo ha cambiado y la fotografía ya es accesible a cualquiera gracias a la moderna tecnología digital, de modo que sin necesidad de saber técnica ni todos esos "rollos" cualquiera puede expresar fotográficamente sus emociones; cualquiera puede ser artista gracias a la fotografía...
"Viejo cuento, viejo y aburrido", que diría el maestro Álvaro Mutis, de quien, de vez en cuando, no estaría mal leer, o releer, su poema acerca de los listos, a modo de reconfortante oración.